Lenguas originarias

Diversidad lingüística y escritura de las lenguas indígenas

México es un país con una gran diversidad lingüística, pues se encuentra entre las 10 naciones con más lenguas originarias en el mundo y, en América Latina, entre los países con mayor número de hablantes de lenguas indígenas.

Según la Encuesta Intercensal 2015, nuestro país cuenta con 7 millones 382 mil 785 hablantes de alguna lengua indígena. Hay cerca de 25 millones 694 mil 928 personas que se reconocen como indígenas, el 21.5% de la población total de nuestro país.

En México existen actualmente 364 variantes lingüísticas, las cuales son habladas por 68 grupos indígenas y provienen de 11 familias lingüísticas distintas.

Según el Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales (CLIN), una familia lingüística se compone de un grupo de lenguas cuyas semejanzas (fonológicas, morfosintácticas y léxicas) obedecen a un origen histórico-cultural común, como la familia yuto-nahua; algunas lenguas que integran esta familia son cora, guarijío, náhuatl y mayo.

Cuando se habla de agrupación lingüística, se hace referencia al conjunto de variantes lingüísticas comprendidas bajo el nombre dado tradicionalmente a un pueblo indígena. Por ejemplo, náhuatl es el nombre de la agrupación lingüística correspondiente al pueblo indígena nahua, pero existen nahuas en Veracruz, Guerrero, Estado de México, entre otros. Por eso se dice que las agrupaciones lingüísticas pueden estar conformadas por una o más variantes lingüísticas.

Al referirse a variante lingüística, se hace alusión a una forma de hablar que presenta diferencias en su estructura, comparada con otra variante de la misma agrupación. Las diferencias pueden ser sonidos, palabras, significados o usos. Por ejemplo, el español que se habla en Yucatán no es el mismo que se habla en Chihuahua, aunque sí se entienden; en este caso se habla español como lengua y las variantes por región. Sin embargo, en algunas agrupaciones (mixteco, zapoteco, mixe, chinanteco, entre otras) existen variantes lingüísticas tan diferentes que no se entienden entre sí, por lo que cada variante lingüística debe ser tratada como lengua o idioma.

Actualmente la oralidad se mantiene viva dentro de las culturas indígenas, pues es inherente a ellas. No obstante, existe una tendencia, como parte de la política pública del lenguaje, a fomentar la escritura como medio de reivindicación, valoración y fortalecimiento de las lenguas y por ende de la cultura.

La escritura de las lenguas indígenas es un proceso largo, pues implica el consenso de los hablantes de toda una agrupación lingüística, quienes deben tomar en cuenta las distintas variantes lingüísticas que la conforman para llegar a acuerdos en torno a las normas o reglas de escritura de su lengua.

Actualmente el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas ha publicado las normas1 de escritura de 14 idiomas indígenas nacionales, es decir, existen 54 grupos indígenas que todavía no tienen una escritura estandarizada, lo que significa que su escritura se realiza de acuerdo a una o más reglas de escritura propuestas por distintas personas que hablan ese idioma o no hay reglas de escritura.

Esto trae como consecuencia que estas lenguas puedan tener diferencias en su escritura y no se establezca con precisión cuáles de estas reglas son correctas o no, pues finalmente son propuestas de los propios hablantes de lenguas indígenas que se construyen desde distintos ámbitos (académicos, escolares, políticos, sociales, comunitarios y familiares).

Lo anterior se debe a la gran diversidad de variantes lingüísticas que existen dentro de los grupos indígenas; así, resulta complejo establecer una norma de escritura que aglutine las características gramaticales, semánticas, léxicas y sintácticas de cada variante lingüística y que, además, sea consensuada con todos los hablantes de cada agrupación.

De tal manera que podría decirse que la escritura de las lenguas indígenas es un ente vivo que se adapta o modifica de acuerdo a los contextos históricos, sociales y culturales de los hablantes de estos idiomas; por ende, todos los textos escritos en lenguas indígenas estarían en revisión y actualización constante.

El paso de la oralidad a la escritura es, sin duda, un proceso importante para el fortalecimiento y uso de los idiomas indígenas nacionales en todos los ámbitos de la vida pública y privada, pero es un proceso propio de los grupos indígenas y debe ser una decisión consensuada con la participación de distintos actores.

Reflexionar sobre nuestras actitudes frente a la diversidad cultural y los contextos multilingües es darnos cuenta que en esta multiplicidad se encuentra justamente nuestras mayores fortalezas como país, pues la diversidad es fuente inagotable de conocimiento.

1La normalización de las lenguas indígenas es un proceso mediante el cual los hablantes, con la asesoría del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, llegan a acuerdos relacionados con la escritura de su lengua y establecen normas o reglas ortográficas y gramaticales.

Bibliografía

Barriga Villanueva, Rebeca (2001). Oralidad y escritura: Una encrucijada para las lenguas indígenas. En: Caravelle, n°76-77, Hommage à Georges Baudot. pp. 611-621

Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales. Variantes Lingüísticas de México con sus autodenominaciones y referencias geoestadísticas (2008). Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. [Consultado en línea el 10 de enero de 2017] http://www.inali.gob.mx/pdf/CLIN_completo.pdf

Cuaderno informativo sobre el Catálogo de las lenguas indígenas nacionales (2009?). Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.